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EL MESTIZO. poesía, opinión; sociología grotesca

Carta al abuelo

Como una nota larga al final de una de tus canciones. Te despediste de nosotros cargado de razones, ilusiones, sonrisas y silencios.

 Deliciosamente ácrata; ordenadamente irónico; jodidamente bueno. Como tú eras, como tú quisiste ser. Te imagino ahora vagando por las puertas del cielo en tu Harley, melena al viento, con un grito de ansiada libertad.

 Con un beso a todos te despedías de la blogosfera en tu blog hace ya muchos meses. Labordeta se despedía en tu nombre cantando la albada y nosotros, en tus palabras, aunque animándote, sabíamos que pisabas firme el paso hacia la eternidad, sin retóricas ni pijadas, siendo tú mismo, luchando siempre,  con esas miradas tendidas al infinito y ese chiste que nos hiciera sabedores de que te queríamos, de que nos querías.

 El domingo Andreíta y Mario te tiraban besos, imaginando que todo el que nos deja va camino de un cielo del que nunca vuelve, imaginando el lugar donde narices estés, tocando apasionadamente la guitarra. Mientras, cosas de la vida, el mundo sigue en un disparar inconsciente hacia un lugar en ninguna parte. Y mientras tú apurabas tus últimas horas la pasada semana, Susana y yo recibíamos la noticia de que una vida nueva llegaba, seguro que a ritmo de Rock and Roll. Las encontradas sensaciones de la vida y la muerte, unidas siempre por inestables hilos de esperanza, paz y descanso.

 Tu forma de ser impregnaba reuniones, fiestas y debates. El inconformismo, la crítica, tiene que llevar aparejada la solidaridad y el trabajo por tu comunidad. Nunca dijiste que no a la colaboración altruista y a las actividades en las que entendías podías aportar, y era más que mucho. Ni siquiera decías que no al hipócrita, al idiota y al salva patrias cuando el bien común del pueblo estaba en entredicho. Porque, amigo de tus amigos, sabes que lo cortés no quita lo valiente.

 Morías con tu familia, recordado, en compañía. Pero te aseguro que naces y nacerás acompañando a tus nietos, como tu voz, entrecortada, suave, pensando en nosotros.

 Si te tuviera que describir con una palabra creo que elegiría la palabra “auténtico”. Autenticidad en un mundo frívolo, desapegado e hipócrita. Que más se puede pedir a un hombre bueno.

 Algunos desconocían que siempre habías sido un hombre de compromiso. Compromiso obrero en el tajo, en la CAF, en las movilizaciones pro derechos laborales. Detrás del personaje que supiste crear había mucho que rascar. No todo era Rock and Roll (que no es poco), pero si que vivías con ese espíritu, esa identidad con la que supiste arañarnos las palabras y los actos comprometidos, con la que supiste conectar con la juventud que tanto amabas.

 Ese compromiso, en los últimos años de tu vida lo enfocaste también hacia la tierra que tanto querías. Cansado de ver año tras año un pueblo apático, y conformista, alzaste de nuevo tu suave e irónica voz . Porque la integridad de las personas como tú exigen compromiso social  y político. Y eso, como ya sabes, en esta tierra se paga. Se paga porque los “de siempre”, con sus voceros y mamporreros “de siempre”, quieren el pueblo “de siempre”  con los métodos “de siempre”. Como me decías alguna vez: “así les va de cojón, por lo menos que se oigan algo de vez en cuando”. Y desde donde ahora estés les estarás haciendo la burla porque sabes de sobra que nunca te irás del todo. Porque sabes que todos nosotros guardaremos mucho de ti, somos parte tuya. Y tuyo es el recuerdo imborrable de tu sonrisa y tu cariño por un mundo que, aunque injusto, supiste ver con alma de poeta hasta el mismo momento de tu viaje final.

 

Descansa abuelo, y “no te acojones nunca”.

 

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