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EL MESTIZO. poesía, opinión; sociología grotesca

Los dioses del país

Después de una comida de trabajo más que interesante con Javi "solfa" uno renueva un poco sus valores (los que queden) y sus ilusiones y anhelos. 

Reconforta trabajar #porunarevolucionrural comiendo con el menú del día mientras dos mesas más atrás los generalifes del PARtido comen a la carta (a saber quién paga). Son los extremos de la vida, la lucha con sentido común por un lado; y la comunitaria y sanguinaria lucha partidista por otro.

El Cierzo "cortante y cruel" nos despedía a Javi y a mí del mismo modo que nos recibió a la entrada de Alcañiz, con tesón y firmeza.

En el camino de vuelta, cargado de sentimientos, renovado, me encontré con el Ebro. Un espectáculo natural en su gran crecida. Cientos, miles de hectáreas comidas por su lengua parda.

Y es que los dioses, como la inocencia de los que queremos un futuro mejor para nuestra tierra, andan revolucionados. 

Ya en Zaragón no me resistí a visitar al Dios que despejaba remansos desde el puente de Piedra. Centenarias piedras que ven pasar azules espejos de incredulidad. 

Antes de volver a casa me abracé disimuladamente al cierzo mientras tocaba el cimborrio de La Seo con mis propios dedos. Agua, Tierra, Aire...

Y en algún lugar quemarán hogueras en honor a San Babil, y el día de santo el que esto os cuenta pasará su página a los 35 como quien dibuja un viaje vital con restos de esparadrapo. Con cuatro amores en casa que quieren tejer futuros verdes. Así trascurre la vida de uno más que fue niño y que se busca entre la capital del aire y la vega del Martín.

 

Al fondo, como una postal de una película fantástica, el Dios Moncayo cubría su cumbre con un velo blanco cargado de sueños. Al fondo, donde el país pierde su nombre, el Moncayo estaba, de verdad, jodidamente hermoso...

 

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3 comentarios

José Luis Conte -

Muy entrañable y emotivo. ¡Ah, por cierto, felicidades!,

Eva -

Felicidades!!!!!

Sergio -

Ole tú!!