DESCRÉDITO, de Toni Losantos
Le pido prestado a Toni Losantos su colaboración en el Diario de Teruel publicada el pasado viernes 20 de febrero. Los colectivos necesitan de apoyo, de terapia grupal donde reafirmarse en su difícil tarea... Salud
Diario de Teruel, Viernes, 20 de febrero 2009.
A menudo he recortado – y conservado durante un tiempo- artículos de miembros del autodenominado “Colectivo Sollavientos”--. Uno de los de Javier Oquendo sobre las masadas del Maestrazgo he llegado a utilizarlo en clase como ejemplo de texto bien argumentado y respetuoso; aquí creo que me he referido alguna vez a las ejemplares tribunas de Juan Paricio, una voz autorizada en el debate sobre la A-40; y luego hablaré de la última aportación de Víctor Manuel Guíu, aparecida el miércoles en el Diario.
Cito a tres de los activistas que no conozco personalmente, porque a otros –pienso, por ejemplo, en Ángel Marco, autor de deliciosos retratos de nuestro paisaje- sí los he tratado en alguna ocasión y pudiera parecer que los elogio interesadamente.
La mera existencia del Colectivo Sollavientos – y de otros, paralelos o concordantes como “Cierzo y Niebla”- merece un comentario. En esta provincia donde escasea todo, singularmente la población, aún nos queda, no sé si como lujo o como consuelo, este atisbo de luz reflexiva, tantas veces malinterpretada, e incluso contemplada con desdén – como si se tratara de iluminados-, que va dejando testimonio de la desolación. Ya que no contamos con artistas que denuncien el abandono, sí tenemos al menos expertos en sus síntomas, unos cuantos observadores que gastan tiempo y palabras al margen de la grandilocuencia oficial, el pragmatismo oficioso y la voz cansada de los movimientos ciudadanos.
Yo leo con atención sus palabras. No se si las leen quienes gobiernan y quienes aspiran a gobernar: supongo que no quieren que les digan lo que no gustan de oír. Bajo el título “La Autocrítica y la participación política”, Víctor Guíu señala certeramente los males de nuestro sistema ñ de los partidos y de muchos otros órganos- y el preocupante desapego de la población. En el caso de Teruel el descrédito del sistema es tan grande como la propia provincia. Los gestores lo saben, pero muy pocos se lo echan en cara.
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