Cuando...
Cuando el Conde de añil levantaba su cuerpo del camastro.
Entonces.
Se alzaba el alba.
Entre alcornoques pardos, encinas hieráticas y álamos.
Que jugaban con la brisa refinada.
Aromas infinitos.
Y un pájaro que cantaba,
mezquino,
en un mundo de reyes muertos.
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