ahogados
Nos ahogamos en sí mismos. Nos quemamos en las propias llamas reparadoras, porque reparan, porque duelen, porque hacen de la nada cenizas.
Somos vertiente y vierten, sobre nosotros mismos, la soledad.
Nos ahogamos entre el charco lastimoso y el océano virtual de ningún beso.
Besamos virtualmente, ofrecemos expiaciones solemnes y reposamos en camas del Ikea. Somos nuestro propio tormento y nuestro amanecer.
Tan sólo, eso mismo, tan sólo, vivimos nuestra rutina esperando un día la llamada.
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