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Cada declaración de un Ministro tiene como efecto contrario: o la sonrisa de quien ve a un ser chistoso completamente fuera de sus cabales, o el enfado generalizado de quien no acaba de creerse lo que escucha. Los diputados, senadores o ministros se arreglan su futuro echando virutas. Jubilaciones de primera, dietas y más dietas. Trabajar una legislatura o dos (si llega) y vivir a cuerpo de rey su retiro al cien por cien. Estos mismos políticos no merecen representarnos (aunque alguna vez deberíamos de preguntarnos los sistemas de elección de nuestros hipotéticos “representantes” en los partidos políticos). Lo mejor de todo es que la movida de las pensiones es una mentira, una gran mentira. Y mientras lo público se nos cae a trozos la gente acaba adoptando discursos interesados. Ya lloraremos luego, ya lloraremos.
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