PAISAJE EXISTENTE, por José Luis Simón
Mi tierra no conoce galernas ni mareas,
mi tierra la recorren arroyos de agua seca.
Cuando entre las sabinas sople la ventolera
no dejaré que pueda conmigo la tristeza;
cuando por los poyales se levante la niebla
vendré andando el camino con la esperanza a cuestas.
La encontraré serena, la encontraré despierta.
Mi tierra no se ciñe inútiles fronteras,
sus sierras son ventanas y veredas abiertas.
Los morrones se asoman al umbral de la muerte,
sus cabezos dibujan cuerpos adolescentes.
Las vales nos cobijan, los valles se retuercen,
y en medio de su vientre, a vista de paloma,
una fuente que drena la negra cordillera.
Para escuchar silencios, mi tierra a veces calla,
carlistas y templarios acunan sus fantasmas.
Pero despierta, airada, cuando le duele el aire,
y levantan sus voces los ríos y los árboles;
conmueve sus entrañas el batir de tambores,
y hasta el carbón estalla en humos de gigante
para decirle al cierzo que este paisaje existe.
Acaricio las canas del viejo Javalambre,
y en los riscos de Gúdar bebo el agua de madre.
Cuando entre las sabinas sople la ventolera
no dejaré que pueda conmigo la tristeza;
cuando por los poyales se levante la niebla
vendré andando el camino con la esperanza a cuestas.
La encontraré serena, la encontraré despierta.
José Luis Simón
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