Tomtom

 

En el Tomtom, cuando cruzas el río Martín,

atraviesas el Nilo cerca del Cairo,

sólo que sin alminares ni catastróficos atascos.

 

Son las cosas del GPS,

las mismas que las de mil realidades entrelazadas,

que dicen, igual,

supongo,

que eso es negro, o azul, o verde,

cuando es tu voz la que dice que no es

negro, azul, o verde.

Que vistes amarillos al sol y esta mañana amanecía naranja.

Como una pelota grande, acariciada por la niebla de la Laguna,

entrando a Alcañiz.

 

En el Tomtom, el sitio no es lo interesante,

y te marca con una hostia en la cabeza dónde estás.

Sin equívoco anuncia la hora,

pero no la cambia ni la cambió.

Sin equívoco retrasa la llegada,

y verdea campos de infinitos ocres a su paso.

 

El puto GPS dice, con voz de película ochentera,

que gires o te vuelvas,

que andes o que intercedas,

ante Dios nuestro Señor (léase bien, o no se lea),

una ayuda de rompecabezas amargo.

 

Puto Tomtom,

te buscaré mañana...

mientras te lea

 

 

 

Víctor Manuel Guíu Aguilar, el Mestizo