querida hipoteca
Querida hipoteca:
Después de tantos años contigo, unidos como somos al más insondable carromato abstracto de la "letra",
vividos de grandes placeres como la estratagema financiera,
ansiados del final,
deseosos de la dicha de tu desdicha,
encontramos así tu cobijo paternalista.
Y aún así ardo en ganas de apretujarte,
besarte bajo la almohada del desconchón,
arriostrarte con puntales de alegría,
o follarte dulcemente entre tus rejas.
Querida hipoteca, me voy,
quizás nunca regrese,
a la impertinente caricia de los muebles del Ikea.
Querida hipoteca,
no aguanto más esta insondable puesta de cuernos continua.
Cuando te marchas con él,
al banco más cercano,
y desechas tus besos de amor entre cajas o planes de pensiones.
Me voy, si,
porque no puedo ni comprar tabaco.
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