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EL MESTIZO. poesía, opinión; sociología grotesca

LOS PGOU Y EL PATRIMONIO CULTURAL

 

Los últimos años, tras cambios legislativos y en plena vorágine constructora, muchos ayuntamientos, grandes y pequeños, pobres y ricos, han estado inmersos en el complicado trabajo de la redacción de un Plan General de Ordenación Urbana. Dichos planes, supuestamente participativos (con los medios de información pública con los que cuentan las administraciones), prevén la planificación urbanística de nuestros pueblos para unos cuantos años. Siempre cabe el recurso a modificarlos, y se aprueban por los servicios provinciales correspondientes.

 

La contratación de las planificaciones, en la gran mayoría de los casos, no ha tenido en cuenta la importancia que hubiera tenido dicha herramienta para la protección de nuestro paisaje y patrimonio cultural. Así pues, los equipos redactores contaban con un gabinete o grupo de trabajo de arquitectos, algunos contaban con ingenieros, pero, ¿dónde estaban los profesionales del paisaje y del patrimonio cultural?

 

Los ayuntamientos, sobre todo los pequeños, recibían por correo, para incluir en los PGOUs, unos listados e inventarios de las distintas consejerías del Gobierno de Aragón. Listados escuetos, sin actualizar, sin corregir, sin investigar, en los cuales se incluían un breve listado de yacimientos arqueológicos catalogados, los LICs (Lugares de Interés Comunitario) y ZEPAs (Zonas de Especial Protección de Aves) y una breve relación, si la hubiese, de patrimonio arquitectónico de la población, que se refiere casi en exclusiva a la iglesia, el ayuntamiento, alguna casona y alguna zona que, seguramente, ha cambiado su fisonomía desapareciendo gran parte de los valores por los que  supuestamente fueron protegidas. Los ayuntamientos, por un lado, y algunas  direcciones generales, como la de Patrimonio Cultural, por ejemplo, por otro lado, cumplían de ese modo el expediente, pues lo importante, una vez más, no es nuestro acervo cultural, nuestro patrimonio, nuestro paisaje… sino cubrir el expediente.

 

Con una mínima voluntad política, una sensibilización a los ciudadanos, y una dinamización hacia propuestas modernas y sostenibles, que den soluciones y apoyos a los propietarios, se podrían haber llevado a cabo articulados dentro de los planes que, en un medio-largo plazo, hubieran dado un valor añadido al urbanismo de nuestras localidades del cual todos nos hubiéramos sentido orgullosos.

 

La oportunidad ha pasado por nuestros ojos. Las propuestas de algunos ciudadanos y representantes políticos también. La posibilidad de hacer estudios interdisciplinares (esa palabra tan mentada y que se ejerce tan poco), en los cuales no sólo el urbanismo es importante, sino todas las ciencias paisajísticas que giran en torno al mismo, avanzando hacia unas poblaciones sostenibles, recuperando el Patrimonio Cultural local y popular, hubiera sido una verdadera inversión de futuro.

 

Con pocos medios, aprovechando la planificación, se consiguen resultados inesperadamente positivos. Con muchos medios, planificando desde las capitales y olvidando lo popular en aras de un progreso mal entendido, se consiguen los resultados desgraciados de siempre. La escasa capacidad (o falta de ganas) de dinamizar a las gentes y de apostar por valores del siglo XXI, hacen el resto.

 

(publicado en Diario de Teruel  el pasado sábado como Colectivo Sollavientos)

 

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