La tía María
A la Tía María no le van bien las cosas. Triste día el que avaló a sus hijos. Hoy pierde el piso de toda una vida. Es para el Banco (o la Caja), le han dicho.
Los bancos dicen: “Ahí se las tenga usted con sus pipiolos. Nosotros necesitamos liquidez, optimismo, confianza y dinericos del Gobierno. Nosotros si que estamos mal María, nosotros si que estamos mal.”
Los bares de capitales llenos de gente, el pueblo al invierno sin frío. Dos parroquianos hablan de la crisis y se estiran. Piensa el sindicalista del Comité que, prietas las filas, virgencita que me quede como estoy.
Y el fútbol marca el horario de los últimos de Filipinas. Aquellos valientes que se resisten a cerrar el bar de toda la vida a la hora que los Noruegos están en el segundo sueño. Por lo menos, por ahora, todavía nos dejan fumar, aunque a la Tía María, nada de eso le consuele.
Víctor Guíu, poeta
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tu amigo Güevo -