El Futuro de las revistas locales
Artículo para el aniversario de la Revista Valdezafán, de La Puebla de Híjar
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Que una publicación humilde (que no pequeña) llegue a su número 100 es un logro de por sí. Que dicha publicación se gestione desde una asociación cultural, ajena a los ajetreos e intereses políticos locales; casi un milagro social.
Porque si esta democracia en la que hemos derivado nos enseña que tenemos libertad para hacer y decir lo que queramos, también nos ha enseñado que desde distintos estamentos y grupos de poder se insinúa lo de “pero andad con cuidado”.
Los avatares de las prensas locales son casos de estudio. Sus “intríngulis” a lo largo de los años, darían para tesis doctorales. Los golpes y bofetadas a sus disciplinados hacedores, una constante.
No hace mucho, en el suplemento del Heraldo Teruel, en su contraportada, daban especial relevancia a las revistas y periódicos locales como una forma de contacto con mucha población hija del pueblo que, por diversas circunstancias (ya sean estas económicas, sociales, o culturales) no viven habitualmente en el pueblo. Es una forma de tener ese hilo conductor con la actualidad, la política, la opinión… Lo que se “cuece” en el pueblo, en una palabra.
Y si para el que vive lejos de su tierra su revista es esencial, para el que vive en el pueblo es uno de los acontecimientos periódicos que suele esperar. ¿Ha salido ya el Adarve?. ¿Cuándo sale el Valdezafán?. La apatía de los pueblos, en lo que al compromiso social se refiere, suele ser secular en estas tierras. Pese a ello, es una falsa apatía, pues espera ver en la revista o periódico local lo que él piensa y no se atreve a escribir. Es la voz de un pueblo, al menos de una parte, la que se dirige a tí y te dice… “ya pondrás en el ….”.
¿Ya pondrás?. Supongo que unas veces aciertas con él, y otras no le gusta tanto. Lo cierto es que son pocos los que escriben y se mantienen. Son pocos los que dan la cara, incluso en nombre de otros. Pero las alegrías superan con mucho los posibles sinsabores de una labor periodística local y no profesional. No se puede esperar de nosotros profesionalidad, aunque bien es cierto que, visto lo que anda por los medios de prensa supuestamente profesionales, pues qué queréis que os diga.
Mojarse el culo y escribir es un acto duro, difícil. Y más en un lugar donde todos te conocen y donde puedes estar en el candelero sin ni siquiera saberlo. Es duro porque te abres, te muestras y te posicionas. Las etiquetas te las clavarán otros, y no precisamente con cariño. Quizás es la envidia del que no da la cara. Y con eso hay que vivir siempre, seamos sociedad rural o urbana. La voz y la palabra siempre están sujetas a crítica una vez pronunciadas, una vez escritas.
Las Nuevas Tecnologías hacen que algunos incluso se replanteen la necesidad o no de mantener revistas como Valdezafán. No creo que deban de desaparecer. Entiendo que las redes sociales y los numerosos blogs que han ido surgiendo en la zona (citar el blog de La Puebla de Híjar o el del Colectivo de opinión Cierzo y Niebla, por ejemplo) son perfectamente compatibles, complementarios incluso, a la publicación periódica local.
Las Nuevas Tecnologías te dan inmediatez, debate interno y externo, te posicionan en el mapa de la red de redes, llegas a los hijos del pueblo con rapidez, etc…. Pero el gusto por el objeto, el hecho de recibir la revista en tu casa, poder comprarla en el kiosko, guardar para la posteridad lo que ha dicho o hecho tal o cual. Eso, es insustituible. Y como decíamos anteriormente, la gente lo espera. Y sobre todo aquella gente que, reacia a los “internets” quiere disfrutar, criticar o lo que le venga en gana, cuando tiene en sus manos un papel con el que, no lo olvidemos, luego se hace historia.
Porque escribir localmente es hacer historia localmente. Y la historia local posibilita la existencia de la historia general, y viceversa. Porque lo que en el Valdezafán se ha escrito es la historia de un pueblo, de sus vicisitudes, de sus problemas, sus actividades, sus…
El pasado mes de Enero se publicaba y presentaba en Andorra un libro de Josefina Lerma que nos cuenta la historia de la construcción de los Pantanos de Oliete y del Escuriza en Alloza. Con el título de “La Construcción de los pantanos de Escuriza y Cueva Foradada. Ese frenesí de lo imposible”, nos invita a un viaje por unas infraestructuras que, aunque ahora las tenemos algo olvidadas, fueron un sueño en estas comarcas. Un imposible que se pudo conseguir. Pues bien, para la reconstrucción de esa historia ha sido fundamental el uso de la prensa local, por un lado, y de las revistas periódicas por otro. De aquella prensa local del regeneracionismo alcañizano, por ejemplo. Y sobre todo, la publicación del Sindicato de Riegos, a través de la cual se van desgranando las vivencias de una serie de gentes que estaban movilizadas por un objetivo: el pantano. ¿Cuál es nuestro objetivo hoy en día? ¿Lo tenemos? ¿Creemos en esta tierra?
El futuro es aprovechar los recursos humanos y económicos de los pueblos cercanos. Evitar la quemazón que produce escribir y producir cultura en soledad. Apoyarse en el vecino y generar productos de calidad teniendo en cuenta que jugamos en primera división. En la primera división de la sociedad civil. Esa que comparte diariamente disputas, diálogos, vivencias, amores, terrores, odios…
El futuro de las publicaciones y las actividades culturales y periodísticas locales pasa por que las gentes que se involucran sepan asociarse, crear colectivos de opinión, debate y crítica y no desperdiciemos nuestro poderío en la soledad más absoluta. Otras herramientas habrá para ello, para ser único y andar sólo por estas parameras. Si optamos por la soledad, dentro de unos años será difícil que Valdezafán cumpla los 200. Y que estemos hablando y escribiendo, y nuestros ojos lo vean. ¡Felicidades1
Víctor Manuel Guíu Aguilar, el Mestizo
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