Bendito Aubisque

Bendito Aubisque. Sagrado mito del Tour.

Estuve pedaleando por tus rampas. Degustando la pasión por un deporte y saboreando el mayor espectáculo deportivo del mundo.

Me reunía con aquellos años en los que mi padre soñaba con que yo lo corriese alguna vez y, yo, infeliz, creía que lo haría.

Me reencontré con aquel niño que viajó por primera vez a las rampas del Somport para ver escapado a Leblanc, sólo un día antes de que Miguelón y el Diablo hicieran de las suyas y el ciclismo español cambiara para siempre.

Con aquel niño que se llevó su Razesa amarilla y azul sólo para pasearla a las rampas del Aubisque unos años después.

Ahora, casi 20 años después, volví a sentir experiencias pasadas y futuras, respirando profundo en las rampas, admirando paisajes y paisanajes.

Y con tantos recuerdos me encontré por casualidad con mi antiguo compañero Ángel Vicioso y Jaime (un terremoto encantador), su hijo, para redondear el día comiendo con ellos y su cuñado y compartiendo un día de Tour con el ciclista aragonés más grande de los últimos años.

Sueños de adolescencia. Sueños de padres. Sueños de hijos.

Cuando creíamos que un día seríamos leyenda y hacemos leyenda cotidiana por no desaparecer en el abismo.

Bendito Aubisque. Sagrado mito del Tour.

Tu postal es la mía. La de los reencuentros. La de los recuerdos.