Mamá en Mayo
Allí, donde no llegan los llantos
cuelgan sus deseos incorregibles
Andrea, Manuel y Mario.
Mamá en Mayo florece como los campos,
o en su mitad sonriente,
aquella que no grita y que sólo mira de reojo a sus pequeños,
bendice el fruto de su vientre.
Y ríe sola.
Y ríe porque no llora,
cuando escucha trabalenguas de bebé,
agudas canciones de niña
o paradas imposibles entre dulces ronquidos del mayor.
Allí, donde se aclaran las noches,
vuelcan caricias sorprendentes,
Andrea, Manuel y Mario.
O la interminable carrera hacia el final del día:
torna que te torna, a un lado y otro del pasillo.
Aquel que recorren sus risas.
Y piensa en mañana.
Y el pequeño, de la mano del mayor,
Con la brisa de la niña que balancea su tirabuzón,
le trae sus botines porque quiere salir.
A descubrir los mañanas que su mamá le sueña,
con olor a un pastel de chocolate recién salido del horno.
Allí, donde no llegan los llantos,
cuelgan sus deseos incorregibles
Andrea, Manuel y Mario.
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