COSAS DEL GLORIA FUERTES
Yo del Colegio Gloria Fuertes de Andorra no sabía prácticamente nada. Debería ser obligado conocerlo. Como nota positiva para el examen de nuestras vidas.
Tuve la suerte de conocer su trabajo gracias a Silvia y al recital que dedicaron a nuestra buena amiga Lola Oriol.
Lola es una chica de pueblo que lleva encima siempre una sonrisa. Es una sonrisa que anda. Yo, que a veces soy un tipo serio, me acuerdo de ella de vez en cuando para decirme ante el espejo que no se puede llevar esta cara de pocos amigos la mayor parte del día. Pero cada uno es como es.
Lola ha escrito el prólogo de “El suelo que piso”, de La Europa del Aborigen.
Una amiga mía resume la vida en esta frase: “todo son cosas”. Las Cosas del Gloria Fuertes cal escribirlas siempre con mayúsculas.
Cuando uno ha visitado el centro y sus Cosas le sirven como terapia cuando le entra el bajón. En nuestra sociedad el bajón es consustancial a la persona. Si Ortega viviese hoy en día hablaría del “yo soy yo y mis bajones”.
Las Cosas del Gloria Fuerte tienen mérito. Ganar un mundial es una puta mierda si lo comparamos a cualquier hora de los que dejan su vida y su profesión entre esas puertas. Las familias que acuden allí lo saben.
Los inútiles que nos gobiernan saben poco de las Cosas del Gloria Fuertes. Son herencia del castigo divino y del encerrar en casa.
Luchar allí es luchar siempre. Son puntos. Autopistas hacia el cielo. Porque el cielo está aquí. Entre nosotros. Y nosotros, pobres ciudadanos de bajón, todavía no nos hemos enterado.
Somos así de imbéciles. Que todo pase al lado y que no nos pase a nosotros. El día que no haya Cosas en el Gloria Fuertes se acabará el mundo. Los dinosaurios se extinguieron porque no sabían de las Cosas del Gloria Fuertes. Tú también te extinguirás. Pobres de nosotros.
Los ángeles están a nuestro lado. Nos rodean.
Quizás sea hora de levantar la cabeza y darles la mano.
Víctor Guiu, el Mestizo
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