CATALUÑAS
Decir que hay dos cataluñas, dos opciones, un referéndum donde decir que si o que no, es acotar demasiado el impulso de un pueblo hermano donde todo son preguntas tergiversadas e intereses de unos pocos.
El derecho a decidir debería ser patrimonio de todos aquellos a los que les afecta la decisión. Restringir la decisión a aquellos que solo interesa es pervertirlo todo. Así pues, los partidarios de la independencia saben muy bien cómo recortar sus fronteras y sus decisiones. Los nacionalistas españolistas (tanto monta), saben que esto ayuda a esconder pelusa de sus mentiras debajo del sillón. Pero si la decisión es común el ámbito de los posibles votantes aumentaría exponencialmente, ¿no creen?.
Yo, aragonés, siempre en medio y siempre en proceso de pérdida identitaria (aquí los PP_PSOE_PAR tienen mucho que decir, y los IU_CHA, muy poco que aportar legislativamente hablando) continuo con cara de tonto sin saber muy bien qué hacer.
Porque si las Cataluñas se quieren independizar algo me gustaría aportar al proceso de “libre y democrática decisión sobre la autodeterminación”. Porque la palabra democracia, en boca de ladrones y salvapatrias da verdadero asco. Porque el rollito moderno catalanista ya me lo sé y lo he sufrido. Como he sufrido la tontería españolista o la gilipollez de los que siempre dudan de sus identidades. A mi mis identidades me gustan. Algunas se contraponen y otras pueden parecer hasta contradictorias. Entiendo que todo eso me enriquece. Si Cataluña se va es para que siguieran mandando los mismos. Pero habría temas como el Ebro, la Franja de Oriente o las pensiones de los miles de aragoneses que regresan a su tierra en su jubilación que no quedarían claras. Quiero decir, me afecta la decisión, entonces… ¿Tengo yo también derecho a decidir, a votar?
Los jetas pancatalanistas de ERC son más catalanes que de izquierdas. Si la izquierda, supuestamente, apuesta por una mejora social y un reparto de la riqueza, la actitud de compadreo con la derecha más rancia de Cataluña (CIU, no lo olvidemos) es más que lamentable. Como lamentable es la invasión cultural y política que ciertos partidos (ya citados) o intelectualillos quieren hacer de una parte de nuestro Aragón. Porque no todo se estructura en estos son buenos y aquellos malos, o viceversa. Porque Cataluñas hay muchas, como hay muchos Aragones y muchas Españas.
Un hijo de aragoneses y murcianos, o una hija de extremeño y valenciano deberían de tener unas identidades compartidas mucho más fuertes y lógicas de lo que aparentemente quieren ciertos sectores charnegos. Porque si ellos quieren independencia (no nos equivoquemos, el derecho a decidir solo lo quieren los que quieren la independencia), me supongo, algo tendrá que ver la Educación que han recibido de la Generalitat, la misma de la tergiversación histórica con respecto a Aragón. Al igual que muchos hemos sufrido también la versión casera del odio al catalán. Todo se yuxtapone. Todo se retroalimenta para que las clases “mangantes”, los círculos “políticos” y los “poderes fácticos” sigan donde tengan que seguir para que, cambiando de patria, hagamos del cambio un cambio que no cambie nada. No sé si me explico. O si, estoy que sí.
Víctor Manuel Guíu, el Mestizo
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