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EL MESTIZO. poesía, opinión; sociología grotesca

TEO

TEO

En mi infancia yo no era muy lector. Ni siquiera en mi adolescencia, para que nos vamos a engañar.

Los resúmenes de las lecturas para el cole eran una miscelánea de copia barata, comentarios con algún amigo lector e imaginación. Así por lo menos, hasta bachiller. Mi amigo Elvis era un gran lector y me iba pasando algún libro. Luego le ha dao por la gasolina... y nunca le devolveré su cinta de casete de los Clash.

Tampoco era muy de tebeos. A mí me gustaba jugar en la calle, por el pueblo. Tocar timbres, ir por el río y los cañares, coger la escopeta de perdigones...

Cuando íbamos con mi amigo el Fiera a la biblioteca nos enredábamos en ver libros de razas de perros, de animalicos y plantas. La biblioteca en mi pueblo es toda una institución. Pasábamos allí las horas muertas, repasando libros, cogiendo tebeos y dando por el saco a la bibliotecaria. Nos hemos criado también allí. Maquinicas no teníamos muchas, y pronto cambiábamos la temporada (o moda) de la maquinica por la de los pitos. Cosas curiosas del pueblo.

Sin embargo tengo unas cuantas decenas de cuentos y tebeos de compra. En mi caso había un par de premisas que se tenían que cumplir para que me trajesen a casa un libro o un comic de Mortadelo. La primera es que estuviese malo. La segunda que mi padre o mi madre fueran a Zaragoza.

La primera está claro que solía cumplirse de vez en cuando. La segunda también. Mi padre subía faena a Zaragoza continuamente, por ejemplo. 

No es que no comprásemos libros o tebeos otras veces, pero mi recuerdo es el de "cuando estaba malo". Y libros por casa, aunque no había muchos, había, al menos todos los que la CAZAR iba editando y regalando a sus clientes. 

Yo ya soy de la generación en la que se nos daba mucho más de lo que necesitamos. Además mi amigo el Chincheta y yo teníamos bar, lo que nos ahorraba un buen presupuesto para los días de diario y los días de guardar. Bien surtidos de polos, bollicaos y almondigas de "La Viuda" podíamos ser envidia de cualquier otro crío del pueblo que no contase con nuestros contactos.

Un día me regalaron un libro. Se titulaba "TEO en la granja". Lo vi de pasada hace unos días en casa de mis padres. Mi sobrino el Jorge le regalo a Andrea hace un par de años la colección entera de TEO.

Ahora que a Andrea se le ha pasao ya el tiempo de TEOs me gusta verlos cómo se los leen ella y Mario a su hermano Manuel. 

Me hace recordar otros tiempos. Cuando me ponía malo y me traían un tebeo. Cuando íbamos a matar ratas al basurero con la escopeta de perdigones. Cuando venía el de la máquina al bar a recaudar y nos ponía una docena de partidas. Cuando esperábamos crecer.

Ahora leo más a TEO que a cualquier novelista de actualidad. Y me encanta ver la cara de Manuel que descubre el mundo a través de las letras y los dibujos.

Y me encanta que la almendrera nos diga que es casi primavera y suenen los ecos del tambor. Porque en esos momentos me olvido de lo poco que pueda gustarme ser así o andar tropezando continuamente.

Ahora que leo a TEO me acuerdo de todos vosotros.

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