Generación 78
GENERACIÓN 78
(ecléctica, perezosa, temperamental y minoritaria)
Hoy ejerzo de lunes. Salí ayer y quizás también salga hoy, un rato. Esperando fines de semana de excursión.
A los extraños, que quisimos ser raros, militantes de poesía sin farándula, nos encauzan por el camino del “bien” a base de hostia hipotecaria, padre nuestro de siglas demagógicas o colores amables entre la fresca de ningún abrazo.
Hoy no vuelo a pluma de Reverte, pero recuerdo el dicho de un familiar, que confundía, quizás por su canto de Falange, la Constitución con la Prostitución. Y digo que no me empaco en líneas duras de mi tecla porque quiero ser bueno. Y aún así, los Quintos que no fuimos mili, nos prostituimos en la chanza opaca de la generación que nos precedía y que no quiso ser nada en cuanto trinco todo. Quintos pues de la prostitución, nos prostituimos sin razón aparente. ¿Esperando ver llegar el fin de semana?. No, viviéndolo, y amando el mundo a nuestra manera, entre suspiro, verso, tradición enquistada y banco de madera.
Herederos todavía del cambio social que pasó del sólido al gas olvidando el líquido de las medias tintas. Eras y eres uno u otro. De los tuyos o de los míos. Y olvidaron que vivíamos viendo la Bola de Cristal, aburridos en el pupitre de atrás, y queriendo fumar un cigarrillo, escondido en nuestro estanco secreto.
Mañana quizás sea sábado. Y el viernes domingo de guardar. En el pueblo que no es pueblo, que es ciudad, pero en pequeño, nos educó la tele vistiendo de asfalto nuestras pupilas. De un polvo venimos, y entre viento, polvo y sol nos encontraremos.
La mesura educativa del “no te metas en líos” nos ha creado siempre traumas abiertos, que difícilmente cicatrizan. “No hagas”. “No leas”. “Si te metes que sea para sacar”. “Para qué haces nada”. ¿Sobrevivir?. Uff. Generación sobreviviente del “no hagas”: haz y embiste, que queda poca plaza y se esfuma el albero en plaza de los recuerdos…
Decía el gran Jartillo que “han hecho de la Constitución una puta treinteañera”. Entonces, a la edad que algunos (Dios nos libre) marchan de casa, mientras intentan frenar la galopante alopecia y la cola del INEM, nos reclamarán un rato cada cuatro años y bendecirán nuestro voto, a bombo y platillo, los mamporreros y pesebreros de tres al cuarto.
A esta generación desitiada, que vio ganar a Perico y caer el Muro, le echan la bronca por su timidez en el escenario del mundo (a veces). Y finge ganar dinero en proyectos que llevan de la alegría a la tristeza, del hiperactivismo a la pereza.
Esperando, dormidos y sin ruido, que nos crucifiquen el año que viene, cuando sobre nuestra cruz, con 33 años a la espalda, digan: “pudo hacer más, y lo hizo”.
Víctor Manuel Guíu Aguilar, el Mestizo
Mayo 2010.
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